Bien podría ser el nombre de un personaje de Juego de Tronos, pero no. Se trata de la mayor corporación de gestión de activos del mundo: Blackrock.
Estuvo de moda en los medios españoles tras el estallido de la burbuja del ladrillo. “Los fondos buitre vienen a quedarse con las viviendas a precio de saldo” o algo así decían los titulares por entonces. Sin embargo, tras más de una década de aquello, han tenido tiempo de hacer examen de conciencia, y se han pasado al lado de los buenos…
Bromas aparte, resulta que el volumen de inversión del Coloso Piedranegra es mayor que el PIB de todos los países del mundo, con la excepción de China y EEUU. Lo cual hace que -junto con sus competidores Vanguard y State Street- lo controlen prácticamente todo, incluyendo sectores estratégicos clave como farmacéuticas, armamentísticas y por supuesto los medios de comunicación. Te invito a que hagas la prueba y le eches un vistazo al capital social de tu empresa favorita. Raro será que no veas alguno de estos nombres entre sus principales accionistas.
En línea con los tiempos que corren (en línea con la Agenda 2030) y buscando como siempre el bien común, han tenido la ocurrencia de apostar por analizar sus potenciales inversiones, no en base a la buena marcha de la empresa o a la calidad de su equipo directivo, sino a criterios más Eco-guays que responden a las siglas de ESG.
¿Y qué es esto del ESG? Pues en inglés “Enviromental, Social and Governance”. En mi idioma -y espero que en el tuyo también- no son más que una serie de criterios que establecen nuestras élites para determinar el grado de vasallaje al que tienen sometido al lacayo en cuestión (que puede ser desde una empresa a todo un país).
El acrónimo ESG está enmarcado dentro de los conceptos de “Capitalismo de los grupos de interés” y “Sociedades público privadas”. Fabulosos términos para proponer básicamente que planificadores centrales asuman el control de las empresas en base a sus criterios arbitrarios. Puedes leer más sobre el tema aquí: ¿por qué se ataca de esta forma al pequeño empresario?
Un vistazo rápido por internet y me encuentro a una de nuestras empresas bandera evangelizando la palabra de las élites salvadoras del universo.
Entre tanta bondad -arco iris, unicornios y algodones de azúcar- nos encontramos con el siguiente mensaje:
A ver si lo he entendido. Según nuestros colegas de BBVA -en su papel de catequistas de la agenda 2030- a los inversores lo que nos preocupa a la hora de invertir nuestro dinero es el culto al cambio climático.
Igual esto es cierto en su mundo celestial, pero en el mundo en el que yo vivo, los inversores cuando invertimos nuestro dinero lo que pretendemos es que éste a su vez, produzca más dinero. ¡Esto es cierto hoy y hace 2.000 años, aquí y en la Conchinchina!
Sería lícito plantearse si realmente esto del ESG es tan malo como lo pinto. Te invito a que lo investigues por ti mismo. Yo me voy a limitar a contarte esta historia:
Resulta que con una magnífica puntuación de 98,1 (sobre 100) Sri Lanka copaba el ranking de ESG a nivel mundial, y aparecía en la web del World Economic Forum como la niña bonita, el ejemplo a seguir por los demás.
“Así es como haré rico a mi país para 2025” decía el primer ministro por entonces.
Un par de años más tarde…
“Creciente agitación social por la energía, la escasez de alimentos amenaza la estabilidad global” reza el titular de la izquierda. Con una imagen de la policía usando cañones de agua y gases lacrimógenos para dispersar a la multitud enfurecida.
Te dejo el link del artículo abajo, del cual he extraído la siguiente frase:
“En cierto modo irónico, un análisis completo del ranking ESG muestra que muchas de las naciones con las puntuaciones más altas, están desarrollando naciones con el mayor grado de riesgo de hambruna. Haití, por ejemplo, con una puntuación ESG de 99, mientras que la bien alimentada EEUU cae abajo en la lista con una puntuación de 58”.
No voy a entrar en las razones del porqué, desde el punto de vista energético, lo que ha pasado en Sri Lanka era totalmente previsible. En cambio, me voy a centrar en la raíz del asunto:
La planificación central de una economía está abocada al rotundo fracaso.
Ha sido así todas y cada una de las veces que se ha intentando a lo largo de la historia y seguirá siendo así por los siglos de los siglos.
La razón es muy sencilla: la centralización de poderes deriva inexorablemente en corrupción. Y no solo eso, un puñado de burócratas sentados en un despacho, no pueden gestionar un sistema complejo como es una economía. La información necesaria para tal efecto es probablemente ilimitada, y ellos obviamente no la tienen. Lo único que demuestran tener es un gran afán de jugar a tratar de ser dioses…
Volvamos al tema en cuestión: Blackrock & cía.
Probablemente te estés preguntando como estas corporaciones tienen tantísimo dinero y poder como para persuadir a dirigentes de países y multinacionales a hacer las cosas como ellos dicen. La razón es tan sencilla como chocante: ese poder se lo estamos dando nosotros.
Resulta que los inversores (tú y yo) ponemos nuestro dinero en manos de estas corporaciones, cediendo con ello nuestro derecho de voto en aquellas empresas en las que entran, y concediéndoles así el control total o parcial sobre ellas o cuando menos condicionando su toma de decisiones.
Esto es básicamente lo que pasa cuando inocentemente depositamos nuestros ahorros en ese deslumbrante producto de inversión que nos ofrece el colega de nuestro banco de toda la vida. Inversión pasiva lo llaman. Tu danos el dinero y despreocúpate, que esta gente sabe lo que hace. Ya te digo si lo saben…
Un vistazo rápido por la web de Blackrock y podrás ver la infinidad de productos (fondos de inversión) donde ponen a trabajar tu dinero. Vanguard -con su popular Vanguard 500 Index fund entre otros-, y State Street hacen lo propio.
Te pido disculpas de antemano. Pero no he podido resistirme a la tentación de compartir el pantallazo de la landing page (la portada de la web) de Blackrock. Como dicen en el mundo anglosajón: You can´t make this stuff up! O como se dice en mi pueblo: ¡Esto es que es de coña!
Por último, me he permitido el lujo de hacer la prueba que te proponía anteriormente sobre los accionistas de tu empresa favorita. Digamos que es BBVA:
Pues eso, casualidades de la vida…
Resumiendo:
Estas corporaciones tienen un poder inmenso, en gran medida porque nosotros como inversores se lo permitimos. Poder que paradójicamente usan en contra de nuestros intereses. Por ello te animo a que le eches un vistazo a ese fondo de inversión que te ofreció tu banco y que te plantees sacar el dinero si pertenece a cualquiera de ellas. ¡Ya está bien de darle munición al enemigo!
Así que recuerda:
¡vota con tu dinero!
P.D.: Es hora de pasar a la ofensiva y hacer un uso más responsable de nuestro dinero depositándolo en empresas que estén trabajando por el mundo que queremos.
Un gran ejemplo de ello es Strive Asset Management, que nace con la vocación de competir con Blackrock & cía, con una propuesta de valor tan descabellada como la siguiente:
“Nuestra misión es maximizar el valor para nuestros clientes liderando compañías que ponen el foco en la excelencia”
Es decir, analizan sus inversiones en base a la excelencia y la meritocracia, dejando de lado los criterios ideológicos. ¡Pero que se habrán creído esta panda de fascistas?!
*Un poco de sorna para terminar que nunca viene mal 😊